Recuerdo que le solía mandar mensajes de texto, deseándole las buenas noches, pero después de lo del cine ya no lo hacía, algunos días me quedaba hasta muy tarde dudando que escribir, o escribiendo un mensaje pero lo cancelaba antes de que se envié, en esos días soñaba con ella, en mis sueños ella no se merecía un chico así, que no sea caballeroso, que sea sincero, que no sea coqueto, ni pendejo; pero eso a mí no me servía, en algunos sueños si lo era y conseguía conquistarla, pero sabía que no era así, no me gusta conquistar a alguien porque creo que la estoy forzando, y si se enamora de mi es porque me conoció de una manera y así le gusté, no porque yo algún día le insistí e hice que me guste, no por eso.
Continuaba pensando en mandarle un mensaje de buenos días, pero algo me decía que no debía hacerlo, no sabía porque le hice caso a mi instinto, pero así lo hice, esperé a que ella me mandara un mensaje que sabía que no iba a llegar, en ese momento me di cuenta que estaba más que enamorado y que no era solo cariño y costumbre, era algo más, era amor quizás, era muy difícil pero en mi estado realmente creía que si sentía eso, la extrañaba, me sentí mal al no poder mandarle un mensaje el día anterior, quería tenerla a lado mío y abrazarla, besarla, sentir que la quería y saber que ella también me quería pero solo podía abrazar una almohada fría que me hacía sentir cada vez peor cuando entraba en mi realidad.
Creí que ya no funcionaría, que había cometido el error de mi vida al haberle dicho por Internet todo lo que sentía, y por eso sabía que en la Universidad no sería como siempre.
Un lunes llegué tarde pensando que estaría ella ahí para poder saludarla y ver su reacción, pero no fue así, cuando llegué ella tampoco había llegado tenía que exponer un tema, y se había retrasado, cuando llegó saludó a Liz , a Romina, y a una compañera más pero a mí no, yo estaba al lado de Liz y no lo hizo, me sentí mal, pero no quería expresarlo, expresé para variar poca importancia, me dolía la cabeza y me sentía mal, no creía en la depresión y sabía que no lo tenía pero que si estaba empezando a sentirlo, pensé en que debía resolverlo de una vez, le preguntaría al salir que si había algún problema, porque no estaba como siempre, porque me hacía eso, no era su culpa sino mía, en clases comentó con Romina que un chico la había invitado a salir, supuse que era de verdad ya que no tenía por qué mentir, me sentí triste nuevamente, ya estaba harto de sentirme así.
Mal y pensativo, nunca había pensado tanto en alguien hasta el extremo de dolerme la cabeza, estar como si estuviera en ese lugar pero saber que en realidad no lo estoy, solía torturarme con unas canciones que iban con mi situación.
Priscilla me hacía sentir bien, pero al saber que me podía hacer sentir mejor cometí el grave error de decirle que me gusta, sabía que era un tonto ante todos, que la perdería al no poder conquistarla.
Un día de esa semana tomé el carro con Romina y una compañera más, estaba pensativo aun, por suerte estaba uno de mis mejores amigos que sin querer me haría sentir bien con tan solo estar ahí, así que hablamos como siempre me mostré como era en casa con él y sin preocupaciones, bajamos del micro y le conté lo que pasaba, y me dijo lo que ya sabía, simplemente el estado en el que estaba no me dejaba pensar; - "déjalo pasar, no te compliques, si sabes que va a pasar; no sé porque estas así, se nota que te ha hecho sentir mal porque no estás pensando" . Tenía razón, yo ya sabía lo que iba a pasar y que iba a ser pronto, no tendría por que apresurarme, me sentiría bien, podría escribir y así sentirme mejor, pensar no serviría de mucho, actuar era mejor pero tampoco lo haría, no estoy para eso, la respuestas vendrían después, yo ya sabré cuando eso pase, será una pena o una felicidad pero lo que si sabía era que la quería mucho, quizás más de la cuenta, ese estado me hacía sentir bien pero también estar mal.
Dependía mucho de ella y eso no estaba muy bien, la quería mucho para poder estar con ella.
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