Éramos compañeros de la universidad desde primer grado, no recuerdo como la conocí, ni como le hablé por primera vez, quizás ella tampoco se acuerde, su nombre es Priscilla y es mayor que yo por casi dos años.
Suelo escribir las cosas que me pasan, ya sea a mano, en el celular, o en el ordenador, primero porque me gusta, segundo porque no recuerdo con facilidad las cosas que me pasan y tercero porque pienso que algún día publicaré un libro (o más de uno) y a la gente le gustará lo que escribo.
Esta vez decidí escribir algo y terminarlo, siempre escribo pero no lo ordeno y no me tomo la molestia de hacer “un libro”, pero esta vez prometí hacerlo, debido a muchas cosas que espero después se puedan entender.
Ella solía trabajar con su hermano, le ayudaba en la tienda que el tenía, se encargaban de las fiestas infantiles, de los arreglos, además ella hacia “caritas pintadas” normalmente lo hacia los fines de semana, era una chica que le gustaba estar ocupada.
No me gusta decir muchas cosas sobre mí, pero consideré que era algo necesario; debo decir que soy hijo único, vivo solo con Mamá, y Papá trabaja en Lima, vivo en Arequipa desde los 8 años de edad, me gusta mucho leer, y también estudiar idiomas, me considero tolerante, pero muy estricto conmigo mismo, aunque creo que eso ultimo me gusta mucho.
Empezamos a ser amigos prácticamente desde el primer año de la universidad, yo solía hablar con toda la clase, y me pasaba de grupo en grupo, los trabajos los hacía con todas las personas de mi clase, éramos muchos y yo quería conocerlos a todos, hasta que llegué al grupo de Priscilla, tenía a sus amigas Liz, Romina y Fiorella, esta última se fue a Estados Unidos a estudiar y trabajar.
Pasaron los años y en tercero yo empezaba a hacer prácticas en una clínica con Romina, para esto ya teníamos confianza todos los del grupo, no éramos de salir a tomar ni divertirnos mucho como otras personas pero la pasábamos bien y a nuestra manera, Priscilla y yo teníamos mucha confianza y recuerdo que un amigo mío (JJ) la molestaba por el Messenger en su etapa de “chico fácil”, él y yo éramos amigos de mucho años (aun lo somos), lo solía llamar mi “diario” ya que me ayudaba a recordar muchas cosas que hacía y que no, pero esa es otra historia.
Con Priscilla teníamos una relación muy directa y nos bromeábamos muy a menudo, con los demás también, hubo un tiempo en que me di cuenta que ya no me simpatizaba como una simple amiga, me gustaría saber el momento en que la miré con distintos ojos pero no lo tenía escrito, necesitaba verla, llamarla, hablar con ella sobre cualquier cosa, sin que se dé cuenta que estaba sintiendo algo distinto.
Aquella chica ya me gustaba y ya me sentía algo emocionado, parecía un niño, me reía de mi mismo al verme en ese estado, pero no podía hacer nada, era muy lógico que a ella solo le cayera bien y me aceptara como amigo, era un paso difícil el buscar que le atraiga, pero algo tenía que hacer.
Nuestro trato era el mismo, trabajos en la casa de Romina a veces, las conversaciones después de clases, yo era una más del grupo (eso sonó algo gay).
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